Saturday, August 19, 2006

Diario de un Desesperado X

No voy a seguir pensando en escribir. Lo mejor quizás, es dejar de lado esta obsesión por unos días, y buscar en la gente, en mis amigos, un respiro social. El problema es que andan todos de viaje.
-o-
No me molesta estar solo en casa, me gusta sentir como pasan las horas de la tarde, o dormitar entre las once y las doce del día, o ducharme con la puerta abierta, conversando con el gato.
-o-
He revisado en la tarde el correo electrónico. Estoy suscrito a una página de cuentos y me ha llegado uno bastante extraño, el cuento de la semana. Aquí algunas muestras: “Cierta mañana de Agosto... mientras revisaba la correspondencia en su despacho... Se oyeron pasos... Tomó el abrecartas de plata... Corriendo en actitud altanera, pero desesperada...” ¿qué siginifica esto? El cuento tiene más puntos suspensivos que artículos definidos, y aparentemente las frases están conectadas, pero conectadas tentativamente, no se puede decir que no tenga sentido. Se titula “La Gota que...” ¿rebalsó el vaso? Un poco más abajo del desenlace aparece una crítica inquietante, “El cuento pretende de un modo ambicioso intentar subvertir el orden narrativo...” y así no más queda plantada la crítica, con el mismo sistema de los puntitos. Me acerco a la chica que atiende el “Cyber”, necesito dar una impresión porfavor, es decir, necesito imprimir algo. Salgo con el cuento a la calle (a venderla), y voy con la expresa idea de leerlo y releerlo en la casa, esperando de algún modo que me haga compañía durante la tarde. “No importa que estés al borde de la incoherencia y la parálisis literaria...” leo, al mirarlo a contraluz, buscando un sello para comprobar su veracidad. Si alguien me detuviera en la calle y me preguntara a quien pertenece ese cuento, lo más probable es que le diga que es mío, y así es. Lo escribí hace dos noches, a duras penas, intentando huír de mí mismo, o algo así. Un papelero lleno de bosquejos del mismo cuento - ensayado cincuenta veces, con una variación insignificante, no de palabras, de puntos suspensivos – me espera en casa. Ahora que lo pienso, al dormirme aquella noche, medio despierto, medio en vela, pude escuchar sonidos de la cocina, quizás un cuchillo untandose en la miel, una amiga tostandose pan, encendiendo la televisión, dibujando una estrella sin puntas, de papel, o quizás escuché a un amigo escribiendo sin parar de maldecir, destruyendo textos "... maldecir... maldecir... maldecir...” aquí al lado, en la habitación contigua, detrás de mi almohada, diciendome a la cara: Tú eres Nada.
Lo que no alcanzo a comprender es cómo llegó a mi correo electrónico. Puede ser que mientras yo dormía vino otra amiga, se sentó a mi lado, leyó el cuento, cogió una copia arrugada, me dejó cigarros, un poema en latin y se fue. ¿Cómo m***** voy a leer un poema en Latin? Ni siquiera sé quien ha sido, ni menos sé leer en Latin ¿qué es el Latin? Un idioma antiguo, ya, ya, pero ¿cómo leo el poema? Que crueldad esta de dejarme así. Enciendo uno de los cigarros y trato de descifrar quien ha sido. Busco desesperadamente un diccionario en el ropero, me encuentro con un “sopena”, tan flaquito que me da pena. Abro un cajón, intento retrasar el ataque, una pastilla. Bajo la escalera y encuentro otra nota, la traducción, suspiro, miro el techo de la casa. “Salvación” Adjunto el extracto:
Ahora
la muchacha halla la máscara del infinito
y rompe el muro de la poesía
Alejandra Pizarnik

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