Friday, September 01, 2006

Diario de Un Deseperado XIV

"Llene al máximo su libreta de anotaciones", fueron las palabras del médico. Mi plan era tratar de conseguir una licencia para pasar el dieciocho en la quinta región. Efectivamente me dio una licencia por quince días, tras una conversación de treinta minutos, y una posterior revisión médica de diez.
Una vez que he salido de la consulta, alegre por unas vacaciones extendidas, vuelvo a la peculiar recomendación que el doctor Hualañé, personaje que le he pedido prestado a Juan Emar, y que lo sitúo brevemente en esta situación para curarme de mis males antes de entregarme al alcohol y a la ya mencionada "alegría dieciochera". Ahora, no es que lo del préstamo de personaje sea una pura mención simple, un préstamo invisible, para nada. Le he escrito una carta larguísima, ofreciéndole incluso quince lucas por el arriendo de su personaje. El dinero procuraré dejárselo en la punta del cerro Santa Lucía, en un lugar que convendrémos una vez que me responda, sea mentalmente, o personificado en alguien que me pida prestadas diez o quince lucas. Ahora bien, si no recibo señal alguna, pretendo dejar el dinero marchitándose en el cerro, verano tras invierno y primavera tras otoño, o todo a la inversa, da igual.Le pedí explicaciones sobre el particular, pero el doctor Hualañé zanjó el asunto con un ademán, dos palabras entre comas y una explicación: Nada, nada, la primera con mayúscula y la segunda lo contrario. (?) Me dejó tan turbado que me senté a escribir ahí mismo una carta-reclamo a Juan Emar.

Distinguido Señor Alvaro Yañez Bianchi: (No lo llamo por el pseudónimo, en señal de molestia)

Le escribo con el expreso propósito de recomendarle, con mucho respeto dicho sea de paso, que le haga un leve ajuste a su personaje. Porfavor, le ruego no se ofenda usted, yo bien sé y he leído de aquellas magníficas recetas que el Doctor Hualañé, hombre tan pulcro, mesurado y por supuesto, muy apegado a su ciencia, ha recetado a Miltín. Sin embargo, hoy mismo, he notado que el doctor, en un arrebato de sano juicio, intentó jugar con mi ambigüedad, haciendola suya, y para colmo, dándome consejos que nada tiene que ver con mis dolencias.Sin nada más que agregar, se despide de usted,
Un fiel y dolido admirador

Querido Fiel y dolido admirador:

Acá en los lares que me encuentro, lamentablemente no puedo mantener una presión constante sobre mis personajes. Ellos, excéntricos de por sí, no por haber sido mi creación, no, no, a medida que transcurren los años luz, se van dotando ellos mismos de personalidad autónoma, dia y noche vienen a jorobarme con cartas pidiéndome que asista con ellos a una Fiesta que se prepara. Que la Fiesta aquí, que la Fiesta acá, yo como mínimo les pregunto cuando se va a producir esa Fiesta. Ellos se encogen de hombros, se deprimen, sueltan una lagrima y me responden suspirando que no lo saben, que los shandys, que Poe, que su esposa, que Melville, que Shakespeare, que Rulfo, que Monterroso, que Bolaño, que Belano y Lima, que Mario Santiago, que Jose Emilio Pacheco, que Alvaro Pombo, que Onetti, que Hemingway, que Robert Jordan, que Boris Vian (rima), que Javier Marías, que Juan Villoro, que Rodrigo Rey Rosa, que Lihn, que William Faulkner, que Conan Doyle, que Nicanor Parra, que Bukowski y Henri Chinasky, que Breton, que Cesárea Tinajero, que Amadero Salvatierra, todos, todos van. "Tiene que venir con nosotros Juan. Usted es nuestra presentación en aquella fiesta". Yo les miro medio escéptico, algunos nombres de la larga lista de invitados los reconozco obviamente, pero otros son sencillamente un misterio. Le menciono esto querido Fiel y dolido admirador, para que vea usted, hasta que punto mis personajes tienen vidas propias. Conocen personas que yo ignoro. En fin, olvide usted que le arriendo al Doctor Hualañé, lo prefiero por ahora alborotando en su mente, pues la mía ya tiene bastante con mis propias excentricidades y las de mis personajes.
Le saluda cordialmente desde un punto lejano, de ruptura y con propia autoexistencia, valga la redundancia...
...Juan Emar.

Esta carta de respuesta la recibo con mucho entusiasmo, principalmente porque ando "sin niuno".
El doctor Hualañé, en un arrebato de "materialismo histórico" me cobró cinco lucas y me enfrié.
Al salir seguí cavilándome en eso de llenar de frases el cuadernillo. Una intuición extraña me ha venido carcomiendo en la micro. ¿Existe la posibilidad que tras ese consejo pueda latir una gran verdad, pero que la imposibilidad de mi entendimiento se parapete tras mi necedad? Humm... es posible. En un reflejo estúpido intento devolverme dentro de la micro, pero ésta ya ha atravesado las fronteras de lo literario. Presiono el timbre y desciendo. A unos cien kilómetros más atrás está el retorno.

1 Comments:

Blogger eskandaloza said...


sigo ocupada ¡pucha!
pero,
puedo hacerme un ratito...


nos tamos viendo.

6:35 PM  

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