Tuesday, July 24, 2007

Viva Kafka




K. se quedó mirando fijamente al inspector. ¿Es que ese hombre, tal vez más joven que él, le daba lecciones como si estuvieran en la escuela? ¿Se castigaba su franqueza con una reprimenda? ¿Y es que no le diría nada acerca del motivo del arresto y de la autoridad que lo había ordenado? Llegó a sentirse algo irritado; se paseó de arriba abajo por la habitación, cosa que nadie le impidió hacer, se arregló los puños de la camisa, se pasó la mano por el pecho, se alisó el pelo y, aproximándose a los tres señores, dijo:
-Esto no tiene el menor sentido.

Fragmento de "El Proceso"
Franz Kafka

¿En qué estado debe encontrarse un hombre para aceptar condiciones inaceptables? ¿Es su estado interior ( del protagonista de la novela) el que puede extrañar a más de un lector por su aparente resignación ante semejante absurdo? ¿Quién se revela ante quien? ¿El sistema al hombre? ¿O viceversa? Parece una broma de mal gusto según cree en algún momento K. Pero no parece un pensamiento demasiado lejos de la realidad, porque la comedia dura un año, y los personajes que debe abordar K representan cada uno su parte hasta el final. Dos hombres lo asesinan a las afueras de la ciudad. El protagonista piensa (justo un año después de su detención, cuando le van a buscar estos hombres) que le han invitado al teatro, y más aún todavía K viste un traje de etiqueta, como quien va al teatro un día de semana. Camina con ellos por calles oscuras, sin destino aparente, los hombres le llevan casi en andas, la apariencia de los tres hombres, K entre ellos, parece una compacta unidad. Los hombres pretenden integrarlo en el final a la comedia, pero el protagonista está tan agobiado por la culpa, que jamás reconocerá su condición de detenido, sus reacciones ante aquella justicia serán siempre las reacciones de un hombre libre al final de cuentas. Esto parece ser su verdadera condena, da la impresión como si lo que le ocurre al final es sólo un adorno de la historia, el momento más significativo parece ser cuando le notifican su arresto. Aquí me parece está la condena de K.




Y es que es tal la inercia que tiene el sistema, que el hombre en cualquier época sucumbe indefectiblemente. Intenta protegerse en una burbuja, parapetarse de las influencias nefastas de su propio ambiente, de sus propios compatriotas, etc. No hay nada más triste que ver cómo la sociedad intenta quedarse con un trozo de carne del músico, del poeta, del escritor, del pintor, etc., y poner aquellos pedazos en un museo, en una exhibición, como si fueran trofeos. En el fondo es la sociedad que no puede con su culpa, y cuando ve hombres que brillan con luz propia, no duda en caerles encima como aves de rapiña, y acabar con lo más preciado que tenían. Esto me trae a la mente una conferencia dictada por Oscar Wilde en una Universidad Inglesa, en donde afirma que nunca ha existido un pueblo de artistas, ni siquiera un pueble que ame a sus artistas. En Kafka, y mediante sus atormentados personajes, se refleja la incomprensión absoluta del hombre hacia el hombre. La búsqueda de estímulos del apoderado K en la religión, en las mujeres, en sus parientes, se torna un forcejeo continuo entre su mente y su forma de actuar, la cual es en reiteradas oportunidades censurada por los seres más cercanos a K. Nadie parece ver el absurdo de su situación. Estúpidamente el tío que le visita del campo en ningún momento se hace las preguntas que se hace K respecto a esa justicia, sino al contrario se dedica a atormentar a K enseñándole una carta de otro pariente al cual K, no le ha escrito en meses. Así queda claro como demuestra Kafka en su libro, que el hombre está solo siempre, la incomprensión crónica del resto de la gente le acompañará en todo el trayecto de la novela, y finalmente morirá como lo dicen las últimas palabras de K.

Pero las manos de uno de los señores cogieron la garganta de K, mientras el otro le hundía profundamente en el corazón el cuchillo y luego lo hacía girar dos veces. Con los ojos vidriosos alcanzó K, aún a ver cómo los señores, manteniéndose muy cerca ante su rostro y apoyándose mejilla contra mejilla, observaban el desenlace.
-¡Cómo un perro! – dijo; era como si la vergüenza hubiese de sobrevivirle.

Fragmento de "El Proceso"
Franz Kafka

Antes de morir K, cree que vendrá en su ayuda una mujer que abre una ventana en la noche, pero ella no es más que un espectador de su muerte. Es ese el fin que pretende darle Kafka a esa mujer en aquella parte de la novela. K, sabe lo que viene, y no opone ni la más mínima resistencia ¿por qué?. Pues porque su muerte es el descanso pleno, la meta, el telos del artista atormentado. Cuando la única salida es la muerte o el suicidio, pueden verse los efectos del mundo que rodea al artista. Morir es algo que implícitamente busca K, así se justifica su resignación ante tal absurdo, porque aceptar un destino tan fatal, se convierte en una liberación para el hombre precisamente de esa misma fatalidad. Su muerte refleja tristemente su liberación, así como la paradoja de transformarse a sí mismo en el actor central de una comedia, que cuando acaba, cuando cae el telón, dejará al público con una sonrisa crispada. No puedo dejar de mencionar que La Metamorfosis en el comienzo parece una comedia, destinada a hacer reír al público, y acaba finalmente como una de las metáforas más bien logradas de la literatura universal, en palabras de Max Brod, su amigo y editor póstumo.

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